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El futuro de la democracia. Las dificultades internas (Parte I)



José Bellido Nina


El texto del profesor italiano recoge ocho escritos dedicados a la democracia, que desde la II Guerra Mundial, ha estado en constante cambios o "transformaciones" que configura su condición natural; es decir, ser dinámica; en comparación a lo estático que se presentan los despotismos. Pero es el primer escrito donde aborda El futuro de la democracia, apreciándose sus dificultades internas, y la lejanía entre lo que fue concebida la democracia moderna y lo que es en la actualidad.

La democracia moderna tiene como principal característica la representación política, pero desde su inicio, contrarias a la tradición: monarquía y aristocracia, ha tenido notables diferencias, separándose de los "ideales" que la forjaron; además, de los obstáculos que fue encontrándose en el camino. Un vista al pasado, hace pensar que la democracia y sus reglas de procedimiento fueron pensadas para una sociedad política no tan compleja. Las distintas concepciones o teorías de la política, sobre todo la Liberal, que hicieron una defensa del individuo y sus libertades fundamentales, en contraposición a la primacía del grupo y la vida buena, la unidad, que era patente en la Edad Antigua y Media, forjaron que la doctrina liberal necesite de la Democracia para su expansión; o sea, que el Estado Liberal es el supuesto histórico-jurídico del Estado Democrático, ambos independientes de dos formas, escribe Bobbio, "en la línea que va del liberalismo a la democracia, en el sentido de que son necesarias ciertas libertades para el correcto ejercicio del poder democrático; 2) en la línea opuesta, la que va de la democracia al liberalismo, en el sentido de que es indispensable el poder democrático para garantizar la existencia y la persistencia de las libertades fundamentales". De aquí inferimos que el poder democrático que está en los ciudadanos requiera el reconocimiento de la igualdad de todos y cada uno de ellos.

Para Bobbio, la paz viene con la instauración de la democracia, como forma de gobierno, en un Estado, y su extensión en el sistema internacional. Un proceso de democratización que va desde el reconocimiento del individuo y sus derechos fundamentales, como contenido mínimo del Estado democrático, hasta su importancia reconocimiento de esta forma de gobierno y su contenido en los otros Estados del mundo. 

Bobbio, no compara el quehacer del científico político o politólogo con la de un profeta, o decir a ciencia cierta cómo será la democracia en el futuro. Él, sólo se atreve a realizar un pronóstico de la democracia; es decir, que ésta está en constante avance, pese a los obstáculos que veremos adelante, así como lo "real" en contraposición a lo "ideal", dejando de lado a los despotismos o autocracias que rigen en algunos países, sea sobre la concepción totalitaria del Estado o el fundamentalismo religioso en donde se sostiene el "poder ilimitado".


La democracia al ser dinámica y expandirse por todo el mundo, de Occidente a Oriente, se encuentra en la esfera del debe ser [1].



La definición mínima de democracia que ofrece está caracterizada por su visión formalista del derecho. Si bien Bobbio fue un asiduo defensor del positivismo jurídico, luego de muchos años dejó esta teoría, pasando a formar la teoría funcional del derecho. Ésto se evidencia en que la democracia "está caracterizada por un conjunto de reglas (primarias y fundamentales) que establecen quién está autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo qué procedimientos", pero aunado a estas condiciones existe una tercera que es fundamental:



"es indispensable que aquellos que están llamados a decidir o a elegir a quienes deberán decidir, se planteen alternativas reales y estén en condiciones de seleccionar entre una y otra. Con el objeto de que se realice esta condición es necesario que a quienes deciden les sean garantizados los llamados derechos de libertad de opinión, de expresión de la propia opinión, de reunión, de asociación, etc. (…), es decir, del Estado que no sólo ejerce el poder sub lege, sino que lo ejerce dentro de los límites derivados del reconocimiento constitucional de los llamados derechos “inviolables” del individuo".



El régimen democrático funciona si se pone énfasis en el "modo de gobernar", siguiendo la concepción de los clásicos, en el "gobierno de las leyes", el que prima sobre el "gobierno de los hombres", sobre todo cuando la democracia no fue muy bien vista por los antiguos, que al proliferar entre los estratos más bajos de la polis, los polites seguían sus intereses particulares o económicos contraponiéndolos a la unidad de la ciudad. Estas leyes se fundamental en las tres condiciones que están presentes en la definición mínima de democracia que formula Bobbio; sin embargo, él deja a discreción el fundamento filosófico de estos derechos. A nuestro entendimiento, no resulta posible dejar el fundamento de la democracia a la discreción del grupo, puesto que la expansión de la democracia necesita un "núcleo duro" conformado por los derechos naturales, en sí la dignidad humana, universal a todos las personas. Si no se pone énfasis en el fundamento ontológico de los derechos fundamentales, resulta un fracaso que la democracia permanezca; por el contrario, ese "núcleo" conformado por bienes-fines humanos que toda norma jurídica constitucional reconoce y garantiza sería frágil, y con ellos las reglas procedimentales en la democracia varían. 



Desde nuestra perspectiva, lo que hoy se observa es que los derechos humanos reconocidos como absolutos e inalienables en la Declaración Universal de los Derechos Humanos han pasado a considerarse como un paradigma superable; es decir, lo que sucedió hace poco más de cincuenta años no necesita ser continuo para el futuro. Se deja de repudiar las acciones nazis, reglas donde le procedimiento era lo importante, no el contenido de la ley. El conocimiento o, por lo menos, el sentido común es reemplazados por la ideología. El respeto al ser humano, en su permanencia y despliegue, no constituye un principio bueno o de vigencia universal del precepto de conservación del ser, sino que están condicionados al interés individual. Decir que "tus derechos terminan donde comienzan los míos", es una postura egoísta y opuesta al bien común, ¿por qué hay un bien común si veo al otro como un límite o impedimento de realización? El bien común y valores como la tolerancia serían utópicos, porque los derechos estarían limitados por la existencia del otro y la vez ¿los derechos son ilimitados? Si las normas jurídicas, entendidas como reguladoras de conductas justas o debidas, no amparan deseos inmorales, malos, o injustos, lesionan el derecho de otro o la sociedad, entonces, estamos ante un Estado y sociedad subdesarrollados. Estos derechos ilimitados encuentran su fundamento en la autonomía, el hombre es su propia ley, de ahí el ejercicio de su libertad ilimitada, aún cuando para ésto se tenga que eliminar al otro, por ejemplo, el aborto. Si es que ésto es así, entonces nadie puede decir que es igual en autonomía, porque un niño no es igual de autónomo que un adulto, un retardado mental no es autónomo como un científico nuclear. Si la autonomía nos hace iguales es mera ideología, construcción perversa de la realidad que encubre la injusticia, puesto que las normas jurídicas estarían regulando a seres diferentes, entonces la norma jurídica es injusta por reconocer a alguien como igual a otro que no lo es. O aquellos que son escépticos eliminando cualquier vestigio de metafísica, donde los derechos son sólo consenso, y cualquier alusión metafísica es una pérdida de tiempo.



Resulta, entonces, razonable que la dignidad ontológica sea el fundamento de los derechos fundamentales, siendo que el reconocimiento y respeto a la persona en su ser es la base de cualquier conducta y norma jurídica. Haciendo énfasis en la substancia y no el accidente.

Si bien Bobbio establece que el proceso de democratización se mide no sólo por la cantidad de miembros autorizados para tomar decisiones colectivas, sino por el espacio en el que se ejerce, sobre todo en la administración pública y la empresa, reguladas normas jurídicas, primera condición de la definición. También se considera la modalidad de la decisión, segunda condición, que es la regla de la mayoría como regla fundamental de la democracia, cuyos efectos son obligatorios para todos. La tercera condición, los derechos fundamentales inviolables, estarían relegados. ¿Contradictorio? Creemos que sí, porque la regla fundamental debe ser el respeto a ese contenido mínimo de los derechos inviolables. ¿Qué pasaría si la regla de la mayoría contraviene la tercera condición? Es obvio, sería injusto. Pero, a nuestra consideración, Bobbio establece estas tres condiciones que están en armonía aparente, porque en perspectiva comparada, otros autores consideran la regla de la mayoría como la base o contenido de la democracia, entendiendo que si la mayoría decide sobre la existencia de una norma, ésta será vigente sea injusta o no (vuelta al formalismo nazi). El núcleo duro fundamental que es la dignidad humana sería vulnerada constantemente.

Es común que ciertos politicastros ávidos de demagogia y estupidez digan que: "la voz del pueblo es la voz de Dios"; es decir, que lo decidido por el colectivo es verdad y contra ella no hay argumento que refute, aún cuando sea explícito la lesión del derecho. Nos queda decir, bajos las palabras escritas con anterioridad, que: la voz del pueblo no es la voz de Dios", porque la mayoría fundada en la mera opinión no puede establecer que es bueno y justo sino cuando tiene conocimiento de la verdad. Recordemos el pasaje de la Biblia, donde Pilatos se lava las manos porque los fariseos deciden condenar a muerte a Jesucristo, siendo inocente y la Verdad. Una clara muestra de lo injusto de la regla de la mayoría.



Volviendo a Bobbio, la "democracia real" que se forjó de lo que fue los ideales democráticos, es lo que establece una "cruda realidad" y "falsas promesas" y lo relegado de lo que fue concebido alguna vez como "noble y elevado".



¿Cuáles son las falsas promesas?



1.- El nacimiento de la sociedad pluralista.- La concepción individualista de la sociedad y del Estado se debe a tres sucesos: a) el contractualismo del siglo XVII y XVIII, donde el hombre es libre e igual en su estado de naturaleza y por un contrato social entre los hombres se crea un Estado que garantice la vida, libertad y propiedad de los miembros; b) la economía política, en la que el homo oeconomicus reemplaza al zoon politikón, promoviendo el interés personal y; c) la filosofía utilitarista, donde la ética se fundamenta sobre el placer y el dolor individual, sin concepciones metafísicas.
Pero la formación del Estado y sus miembros no había dado paso formaciones intermedia, sino a la interacción entre ciudadanos y representantes. En la actualidad es todo lo contrario, puesto que la proliferación de partidos políticos, asociaciones, ONG´s. etc., han formado una sociedad con grupos que ostentan el poder, y no la participación del ciudadano.

2.- La reivindicación de los intereses.- La representación política significaba que un ciudadano al ser elegido como representante en el parlamento, buscaba el interés de la nación, y no de los particulares. Es lo que se conoce como el mandato libre. En la actualidad, esta regla fue desecha, instaurándose el mandato obligatorio, la representación de los intereses que perseguía el representante a favor de sus representados. La sociedad pluralista permitía esta división de la sociedad e intereses particulares.

3.- Persistencia de las oligarquías.- Si bien la democracia moderna tiene como característica la representación política, aunque ahora la representación sea de intereses, su función fue de acabar con las oligarquía y lo estático del poder en manos de pequeños grupos. En la democracia actual, por el efecto de la igualdad para la toma del poder, se ha dado paso a diferentes grupos que desean obtener el poder mediante votos electorales, y con ellos la continuidad de los intermediarios, no pensados en el inicio de la democracia moderna.

4.- El espacio limitado.- El proceso de democratización se caracteriza por el número de personas que toman decisiones colectivas y obligatorias como en los espacios que se ejerce, sobre todo en la empresa y el aparato administrativo. Mientras no haya número alto de ciudadanos con libertades fundamentales y derechos políticos, como espacios de ejercicios de esos derechos, los derechos fundamentales, para Bobbio, no estarán garantizados, pues no se controla el poder del Estado.

5.- El poder invisible.- El poder invisible, interpretando a Bobbio, está en aquellas personas que se sirven del poder para obtener sus intereses ilegales, en la mayoría de los casos, pero que no son, necesariamente, parte del poder. Con la democracia se busca la transparencia del poder, contradiciendo a lo querido por los arcana imperii, que bajo el alegato histórico y político defienden que las decisiones políticas se tomen en gabinetes secretos. La publicidad de los actos gubernamentales no sólo permite conocer las acciones del gobernante, "sino también porque la publicidad es en sí misma una forma de control, es un expediente que permite distinguir lo que es lícito de lo que es ilícito".


6.- El ciudadano no educado.- Para Bobbio el reino de la virtud es la misma democracia. "La democracia no puede prescindir de la virtud, entendida como amor a la cosa pública, pues al mismo tiempo debe promoverla, alimentarla y fortalecerla". Si bien Bobbio ve en el diálogo una herramienta para la participación del ciudadano, ésta debe tener como base, a nuestra interpretación, la tercera condición, los derechos fundamentales inviolables para la toma de decisiones. Involucrando un estudio de esos derechos, su promoción y respeto. Existe, sin embargo, un excesivo optimismo en pensar que "el poder de elección de sus gobernantes tiene como resultado la elección de los más sabios, honestos e ilustrados". La cultura política necesita de la cultura participante; es decir, "orientada hacia a los input, que es propia de los electores que se consideran potencialmente comprometidos con la articulación de las demandas y con la formación de las decisiones". El compromiso necesita estudio y reflexión sobre la virtud en la política para su ejercicio. Lejana a la cultura de los súbditos, output, que se da cuando los electores esperan los beneficios del sistema política, o peor aún, el voto de clientela "do ut des (apoyo político a cambios de favores personales".


¿Qué obstáculos se presentan en la actualidad?

1.- El gobierno de los técnicos.- Como se dijo en un comienzo, la democracia moderna en sus inicios no estuvo pensada en una sociedad compleja que ha cambiado de acuerdo a la invención del hombre para mejorar su condición de vida y desarrollo de su sociedad, sobre todo en la economía que necesidad de capacidad técnica. "Los problemas técnicos necesitan de expertos, de un conjunto cada vez más grande personal especializado". Un problema que en nuestra realidad política nacional se deja ver en el abandono de los partidos políticos por "organizaciones personalistas", donde uno de sus elementos son los técnicos necesarios para desempeñar funciones específicas, atendiendo las necesidades de cada sector social.

2.- El aumento del aparato.- El proceso de democratización da paso al proceso de burocratización; es decir, mientras más sean las demandas sociales o democráticas, más aumentará el aparato del Estado, puesto que requerirá de políticas públicas en cada sector social, ello trae consigo instituciones específicas que atiendan demandas de distinta naturaleza. Muchas veces, las decisiones por le mismo procedimiento administrativo, judicial o legislativo, traen consigo uso ineficaz e ineficiente de tiempo y dinero. Por ésto creemos que Bobbio ve en la burocracia como oposición de la democracia.

3.- El escaso rendimiento.- Si el proceso de democratización se sustenta en la libertad e igualdad, entonces más personas exigirán demandas sociales a sus representantes o al Estado. De allí que la sociedad civil tenga un mayor protagonismo, pero la respuesta del Estado y el gobierno no son suficientes para atender a todos los miembros de la sociedad, por la complejidad de la demanda y la necesidad de recursos.

Bobbio, da importancia a las reglas en la democracia, pero no olvida los ideales que dieron forma a aquéllas, puesto que sólo estos ideales permiten ciudadanos activos. El primer ideal es la tolerancia; el segundo, la no violencia; tercero, la renovación gradual de la sociedad "mediante el libre debate de las ideas y el cambio de mentalidad y la manera de vivir"; y tercero, la fraternidad, por la que los hombres nos unimos por tener un destino común.


Preocupación para Bobbio que gusta compartir mediante el diálogo, sobre todo con los jóvenes.



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[1] La democracia real y la democracia ideal, también es objeto de estudio en Giovanni Sartori. La democracia real necesita de los ideales democráticos para seguir existiendo. "En gran medida esto es la democracia como auto-gobierno, como gobierno del pueblo en primera personas sobre sí mismo. Así es la democracia igualitaria, es decir, reducida al ideal generalizado de progresiva mayor igualdad. Un elemento ideal o normativo es ciertamente constitutivo de la democracia: sin tensión ideal una democracia no nace, y, una vez nacida, rápidamente se distiende (...) la democracia va contracorriente, contra las leyes de la inercia que gobiernan a los agregados humanos"; sin embargo, él sentencia, escribiendo que "(s)ea como fuere , en ningún caso la democracia tal y como es (definida de modo descriptivo) coincide, ni coincidirá jamás con la democracia tal y como quisiéramos que fuera (definida de modo prescriptivo). Consideramos que los ideales que inspiran a muchos intelectuales no son tangibles porque estamos en una sociedad multicultural, en la que encontrar el consenso, sobre todo, en derechos fundamentales o humanos, merece un diálogo que busque la verdad y haga a un lado la ideología, mucho en le debate no está gustosos de dejar esta última por la rectitud de la razón. Por ello, el pesimismo; sin embargo, la tolerancia y la apertura al otro como igual, permiten que se reconozca derechos a la igualdad y libertad que tiene un mismo fundamento: la dignidad humana. En la actualidad, la buena voluntad debe orientarse al reconocimiento de la naturaleza humana. Una tarea que merece esfuerzo constante. Ver SARTORI, Giovanni, Elementos de Teoría Política, Alianza Editorial, Madrid 1992, pp. 28-29. También puede verse La democracia en sentido prescriptivo de Humala.