Ir al contenido principal

"Pepe en la San Pablo"



José Bellido Nina



“En tiempos tan difíciles como el nuestro ¿Hay posibilidad de una adecuada formación profesional e intelectual? Pensé sobre qué debía hacer. Parece que uno no termina de madurar, parece que el momento nos influye, algo así como ´estudias o trabajas al toque´ ¿Es sólo eso? ¡Qué vida me tocó!”, decía Pepe.

Pepe, pensaba sobre el presente, no aún en el futuro. Seamos serios, no hay que pedirle mucho al muchacho, su formación desde un común colegial era minúscula, no era muy amante de los libros y quería seguir estudios profesionales. No lo sabía aún, pero su perfil estaba años luz para que sea de esos profesionales que se alucinan cambiar el mundo. Como decimos algunos: “ser un guerrero y resistir”. ¡Resistir! Vaya que lo necesitaba, sobre todo en la adolescencia, atormentado por la curiosidad y resistiendo. Haz esto y evita aquello, fueron los consejos de sus padres. ¡Vaya, él los tomaba con terquedad! No era sensato en algunas cosas. Seamos sinceros ¿Qué aprendes si no lees? Entender la dignidad humana es un buen comienzo.

Vayamos más al fondo ¿Qué causas motivaron al muchacho? La más común será que no le gustan los números. Recordemos que Pepe no era muy “pata” de los profesores de Matemática o Física, ¿Para qué complicarse la vida con tanta fórmula? ¡Mejor está el sentido común! Otra causa fue el amigo de papá. Sugirió que postule a “la San Pablo” ¿”La San Pablo”? ¿Dónde está esa universidad? La propaganda sólo anuncia otras universidades, quizás, hay cosas que son buenas, pero tienen que buscarse. Lo bueno no está a simple vista, Pepe. Cuando se desenvolvió en el ambiente universitario no sabía si su papá lo había mandado al Purgatorio. Quizá, pensaba él, por tanta huachafería que hizo en su casa o porque es torpe, se lo recordaban cada vez que rompía algunas cosas. ¡Manos benditas! Le decían sus tíos.

Pero el comienzo en esa universidad no iba a ser fácil. Derecho, fue la carrera elegida. La elección traía consecuencias. Pensó que todo era leer leyes y aplicarlas, a favor o en contra; lo importante era aplicarlas y ganar plata. Así piensa la mayoría. Pero no fue así. ¡Sonríe a la vida, Pepe! ¡Vaya, sí o sí tenía que sonreírle! Era previsible, se complicó con las matemáticas; más aún, comenzaron a hablar de permanencia y despliegue. Un profe fue el más exigente. Pepe, limitado en su vocabulario, le gustaba decir: “piensa en difícil”. Profesores sabios en filosofía y teología, querían inculcar en sus alumnos un pensamiento de rectitud. La primera vez fue de caída libre porque los controles y las críticas eran muy lógicos ¿Qué contradecir? ¡Clases interesantes! ¡Salías de la caverna! Se dio cuenta que estar en esta universidad costaría esfuerzo y madurez. ¡Así es la vida, Pepe! ¡Punche, hermano mío!

Pepe, se interesó por una expresión: ¡A la luz de la fe y con el esfuerzo de la razón! Frase comercial, decían algunos compañeros; otros, propio de los religiosos. No es así si se prestaba atención a los profesores y el mensaje en la base de la cátedra: Amor, verdad, justicia y libertad. El ´profe ronco´ lo sabía bien, aunque a veces era fregado en el sentido de su abierta crítica. "Pero vamos, él si se aferra al pasar de los años”, lo decía Pepe porque sabía interactuar con personas a quienes triplicaba la edad. He ahí lo que “la San Pablo” te ofrece: formación humana. Preocupación por la persona humana y, ampliamente, la comunidad universal. Se notaba que el recinto universitario era el reflejo de la auténtica seriedad por la vida en familia iluminada por Dios.

Pepe, pensaba si todo conduce a Dios, la pregunta era agnóstica ¿Agnóstica? Pepe se sorprendió porque parece que comenzaba a “pensar en difícil” ¡Una buena señal! Comenzaba a darse cuenta que hay cosas que se ocultaban a los ojos, pero en una sana reflexión y docilidad podía aprehenderse y realizarse. Volvamos al inicio del párrafo. Sí, es verdad, todo tiene una ley, Ley Natural, presente en todo ser humano. Da rectitud al quehacer del hombre, primeros principios, preceptos, derechos naturales, laicidad, fe y razón. Mucha dedicación para entenderlas y practicarlas.

Pepe, se fue enriqueciendo de cosas buenas. Buenas personas que te apoyan cuando lo necesitas. ¡Sí, Pepe, era de los que esperan en la noche para matricularse, confiado de que habrá cupo! Felizmente, Registros Académicos iba a ayudarlo, pero no abuses, Pepe. Sé prudente.

No fue el interés sólo al derecho lo que fue descubriendo. La universidad es católica, los cursos van desde los jurídicos, pasando hasta los antropológicos, políticos, éticos, religiosos, filosóficos, sociales, económicos y hasta manualidades, si se elige algún taller. Ahora, se interesó por otra ciencia, la política. Seguía pensando “en difícil”: “¿Por qué esta ciencia de conocimiento y acción tiene que ser tan trivial? ¿Debe haber algo intrínseco que deba ser a un fin?” ¡Buena Pepe! Vale el esfuerzo, continua. Pepe, tenía razón, algo es y debe ser. Su encuentro con las virtudes morales y teológicas fue importante para entender las verdaderas acciones en política. ¡Fregado! Decía Pepe, porque la mayoría de nuestros conciudadanos piensa en forma y no en sustancia. ¡Suave, Pepe, el pensamiento no es difícil! Continuaba Pepe pensando: “No es acaso una exigencia del católico como profesional del derecho interesarse también en la política; además, los derecho naturales son universales. Entonces, somos una común unidad. Más problemático, cuando se pretende imponer un ambiente laicista. Somos creyentes, busquemos racionalidad y trascendencia para nuestros hermanos”. Una tarea ardua, pero no imposible; un reto, sí, eso es, sacrificio. Las palabras trascendían, aunque le parecía difícil hacerlo, porque involucraba mucha lectura, pero no era incapaz de adecuarse.


Pepe, sigue aprendiendo mucho de su universidad. Él es parte de ella, y como dicen los profesores: “Se la llevará consigo para toda su vida”. 


Amigos y compañeros tienen un deber con el mundo. Pepe, entendió qué hacer en tiempos tan difíciles como éstos. Así comenzamos su relato. Ahora, piensa en el futuro.


* Un pequeño cuentito que obtuvo un reconocimiento.